Aposto Gaspar Sapalu Alvarado

Apòstol de la misiòn y Pastor General de la Iglesia central en Guatemala

Apóstol Gaspar Sapalú Alvarado

Semblanza

El primero en reconocer el ministerio apostólico del hermano Gaspar Sapalú fue el apóstol Ríos Paredes, quién en un estudio en México algunos años antes de su partida con el Señor expresó: “Con Gaspar trataré yo directamente porque él es apóstol”.

El apóstol Ríos, previo dejar esta tierra, nombró un presbiterio para que se hiciera cargo de los ministerios Palabra Miel. Los presbíteros que permanecieron fieles a la visión que Dios, por medio de su Espíritu Santo, había revelado al apóstol Ríos, que fueron la mayoría, reconocieron como cobertura apostólica al hermano Gaspar Sapalú, nombrándolo coordinador general de los ministerios Palabra Miel y pastor general de la Iglesia de Jesucristo Palabra Miel Central en Guatemala.

El Creador ha bendecido nuestras congregaciones grandemente por medio de nuestro hermano Gaspar a quien ha utilizado para trasladarnos palabra revelada que ha sido de edificación, exhortación y consolación. La visión que Dios ha dado al apóstol Sapalú para orientar el trabajo de la misión en lo inmediato es: 

“Preparando a la desposada para el encuentro con su amado”.

El ministerio pastoral del hermano Gaspar se desarrolló en su tierra natal, la ciudad de Santiago Atitlán, a las orillas del bello lago de Atitlán, en el departamento de Sololá en Guatemala, donde el Señor le ha permitido estar a la cabeza de una congregación que ha tenido un gran crecimiento numérico y espiritual. También ha fundado iglesias en varias poblaciones.

El Apóstol Gaspar Sapalú, es pues, la cobertura general de los ministerios Palabra-MIEL y al mismo tiempo, el pastor general de Iglesia de Jesucristo Palabra-MIEL en Santiago Atitlán departamento de Sololá y pastor general de Iglesia de Jesucristo Central Palabra-MIEL en la capital de Guatemala, en Centroamérica. El Espíritu Santo ha venido desarrollando el ministerio apostólico en el siervo de Dios y ha confirmado en los corazones de los pastores y congregaciones el regalo de Dios para su iglesia en la persona del hermano Sapalú.

La palabra que Dios ha entregado es la continuación del llamamiento a la consagración del pueblo de Dios esperando el momento hermoso del encuentro con nuestro amado Señor Jesucristo cuando venga por su iglesia.

La doctrina de la Iglesia de Jesucristo Palabra-Miel se fundamenta en la revelación que de las Sagradas Escrituras le diera el Señor al Apóstol Othoniel Ríos Paredes, quien fue el ministro que Dios utilizó para fundar los Ministerios Elim en Guatemala. Actualmente, esta doctrina esta siendo implementada en todas las áreas que cubren los ministerios Palabra-MIEL bajo la dirección, cobertura y supervisión del apóstol Gaspar Sapalú la cual se difunde desde el púlpito de las diferentes Iglesias, en los discipulados generales, en los hogares de los miembros de la iglesia, en campañas evangelísticas, en grabaciones de video y audio que se transmiten en los diferentes medios de comunicación como la radio y la televisión, así como en documentos escritos que son proporcionados tanto a librerías nacionales como a las de otros países a los que se han expandido los ministerios Palabra-MIEL.

El ministerio que Dios le ha dado a su siervo, es enseñarnos a vivir por fe, no podemos hacer nada si no tenemos fe, no podemos conquistar la tierra que nos fue entregada sin ella, fe para ver lo invisible, para creer en su palabra (a pesar de las circunstancias), es decir no podemos hacer nada por nosotros mismos, todo viene por fe para poder así dejar la simpleza, la religiosidad y el libertinaje

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Testimonio

Nunca he pensado dar mi testimonio porque mayor es el testimonio de la vida que Dios ha puesto en nosotros. He padecido cosas en la vida como todos ustedes, pero a veces nos gusta escuchar de la manera de cómo nos ha salvado y bendecido ahora, ya que la bendición que tenemos no es sólo lo que se ve si no el porvenir que tenemos –un cielo abierto, una tierra nueva –; nuestra grandeza en este instante es para el tiempo que viene, por eso ni los problemas, ni las bendiciones nos detienen aquí, por lo que tenemos adelante.

Voy a dar un texto antes de empezar, es un pasaje quizá muy conocido por todos, Hebreos 12:1-2.

“Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios”.

Yo sé que muchas veces cuando venimos a la iglesia traemos problemas, y a veces pensamos que no tienen soluciones, pero encima de todos los problemas que confrontamos a diario, no tenemos que fijar en ellos nuestros ojos, si no más bien por el gozo que viene. La esperanza de todo cristiano no por lo que ve ahora, ni siquiera por la abundancia de bendición que ha recibido, porque eso no es la parte eterna, si no por el gozo que está por delante.

Yo soy de una familia cuyos abuelos fueron personas importantes allá en Santiago Atitlán, tenían grandes terrenos, mi padre tuvo seis hermanos varones; tenían suficientes terrenos para cultivar. Sin embargo todos ellos los seis hermanos de mi padre, no pudieron aprovechar la herencia que sus padres les dejaron, porque su vida como la vida de todo ser humano, ha sido maltratada por las circunstancias y especialmente que ahora entendemos que no es casualidad. Había pues un poder extraordinario que los invadía y les llevaba al fracaso, a la miseria; cada vez que se curaban –porque mi papá se enfermaba mucho y de tanta enfermedad vendió todos sus terrenos– terminó gastando en medicina con brujos.

Por tal razón nosotros crecimos, ocho hermanos –tengo tres hermanos mayores, cuatro hermanas y yo soy el penúltimo de ellos – en una vida dolorosa, que ahora recuerdo que cuando tuve la oportunidad de asistir a la escuela, era tan aguda la pobreza que a pesar que yo tenía el deseo de estudiar no pude cursar ni siquiera toda la primaria porque mis hermanos se casaron luego. Recuerdo cuando asistí a la escuela no tenía ni siquiera para comprar los cuadernos, teníamos que comprar papel manila para hacerlos y para los colmos cuando yo estaba en tercer grado no podía comprar cuadernos de Geografía, pero Dios que ha sido tan bello, desde niño yo traía la bendición de poder dibujar y yo preparaba mis cuadernos de Geografía; hacía mis mapas.

Y así de esa manera cuando llegaba a la casa como éramos ocho, mis hermanos todavía estaban en casa y algunos casados y con sus mujeres en el hogar, pues aumentamos en número, en esa forma la pobreza era tan tremenda, que al llegar a la salida de la escuela mi mamá me dejaba dos tortillas grandes y si quería más ya no había, es decir que todas las veces que yo llegaba de la escuela me quedaba aguantando hambre.

Dentro de mí corazón yo lloraba con un sentimiento terrible, dentro de mí necesitaba un escape, un desahogo, no sólo por la necesidad de satisfacer mi hambre; si no de adquirir los elementos que yo necesitaba para estudiar. Dentro de mí había ese deseo de saciar mi sed, pero no había como, porque en el lugar donde vivíamos toda la gente trabajaba, y ese tiempo sólo se ganaba 35 centavos un jornal de alguien que trabaja 12 horas del día. No podía yo resolver mi problema.

De casualidad mi abuelo había dejado como herencia unos ídolos y yo era devoto de ellos, aunque no los adoraba; pero sí les conseguía candelas para prenderles tres veces al día aunque yo me quedara sin comer, porque no sabía yo, que detrás de todo eso había un Dios, verdaderamente Dios vivo.

En ese tiempo tuve yo una visión donde experimentaba la muerte y decía yo temblando, que eso era lo único que le faltaba a mi vida; por lo que yo necesitaba un socorro extraordinario que viniera sobre mí. Así también yo era el más despreciado de la casa, por ser el más moreno entre mis hermanos y motivo de burla entre ellos.

Mis padres odiaban el evangelio de una manera terrible, porque uno de mis hermanos se casó con una cristiana y la relación entre ellos era agresiva y triste, por eso mis padres me advirtieron el no casarme con una cristiana porque mi matrimonio sería igual que como con mi hermano. Entonces empezaron a presentar en el hogar un evangelio contradictorio; pero en mi corazón sabía yo que la vida cristiana que mi cuñada presentaba no era la verdadera vida cristiana.

A la edad de 18 años empecé a percibir un poder atractivo, veía que en las iglesias, lo que se movía dentro de ellas, no era lo que Dios quería que fueran. Yo sentía ese poder extraño dentro de mí pero no sabía lo que era; porque habían prohibido casarme con una cristiana, pero como Dios que es tan soberano, me dio el profundo deseo de quererme hacer cristiano, por esto entiendo ahora que cuando Dios llama y liberta lo hace en forma directa. Pero para el colmo de mi papá ante su prohibición, yo me estaba enamorando de una cristiana. El problema que tenía era que no quería ser miembro ni de la iglesia de la cristiana por la que me enamoraba ni de las otras iglesias; sin embargo tenía que reunirme ya que el poder terrible que sentía en mí me decía que lo que veía en las iglesias eso no era el evangelio pero… “¿cuál era el evangelio?”, decía yo si ni siquiera conocía el evangelio.

En el año de 1970 me convertí, cuando eso ocurrió nadie hizo ese llamamiento, pues estaba ya desde que yo era pequeño. No puedo recordar cuál fue el mensaje que el pastor predicó para aceptar a Cristo Jesús porque el llamado en mí era secreto, personal. Mi papá supo cuando me convertí, y me escondía de él y cuando fue mi bautizo tuve que esconder mi ropa detrás de la casa, y a escondidas me salí.

Era yo una persona muy tímida, muy callada, aunque dentro de mí había un fuego, pero la timidez no me permitía acercarme a las personas, pero era tan profundo el poder de Dios que cuando sentí el deseo de casarme, le tuve que decir a mi papá que era con una cristiana, a lo que él aceptó por mi comportamiento dirigido por Dios para con mis padres.

Recuerdo también una vez que hablé del evangelio a mis padres y hermanos, y mi papá; después de odiar el evangelio terminó diciendo: –Yo quisiera aceptar el evangelio pero que si hubiera un pastor que me hablara como tú me hablas –; aunque no sé de que manera hablaba yo, ahora doy gracias a Dios que mi papá es miembro de la iglesia y a la edad de 76 años mi papá y mamá se bautizaron para la gloria y honra de Dios, casi toda la familia de mi papá han aceptado el evangelio. El poder de Dios hace todo eso.

A la edad de 20 años –recién convertido– fui a la capital, pero se me había olvidado la forma de como expresarme y por la necesidad de vender tuve que aprender el castellano. Me acordé que dibujaba, compré óleo y en poco tiempo de haber empezado a pintar me salieron ofertas de exhibición de cuadros. Cuando recién me estaba yendo bien en la pintura, el Señor me tuvo que sacar de la congregación donde había iniciado.

En una noche estaba yo sentado oyendo a un predicador invitado; era culto de iglesias unidas, el predicador era de una iglesia tradicional que no creía en el Espíritu Santo y empezó a leer su Biblia y como que la Palabra se estaba desprendiendo, como si Dios mismo viniera hacia mí estando yo enfrente de la Palabra, y Dios diciéndome: “si tú no sales de aquí, yo te voy a matar este año”. Cuando yo oí las palabras del Señor de esa manera, temblé y caí al suelo: “¡Señor déme la oportunidad!”, decía “¡porque yo sí quiero predicar, pues desde hace tiempo he sentido el deseo de hacer algo!”, y Dios dijo: “te lo voy a permitir”.

Era ya como las 11 de la noche, quería hablar con mi pastor y no hallaba la manera de como enfrentarle la situación que se me estaba dando en esa ocasión ya que era yo muy tímido, pero tuve que decirle: “pastor yo me tengo que tomar una obra”. “Pero ¡cuál obra?”, respondió él. Y me empezó a cuestionar: “tú no puedes predicar porque no has estudiado Biblia, y además de eso, en nuestra misión no permiten que alguien así como tú pueda predicar; voy a consultar y te voy a traer la respuesta dentro de ocho días, haber si permiten que tú prediques”.

Se cumplieron los ocho días, y él haciéndose el loco por no responder mi pregunta, aunque el llamado era tan terrible que tenía que acercarme a él y el miedo hasta se me quitó. Se reunieron los diáconos y todos los dirigentes de la iglesia, se juntaron contra mí, y yo tenía el poder de Dios de confrontarles y pregunté: “¿pastor que tal con mi respuesta?”, y él me dijo: “¡mira Gaspar, te voy a dar permiso para que vayas a predicar pero sólo por una vez a la semana y voy a poner a alguien para que te esté vigilando, y todas las almas que ganes las traes para acá”. “Pero, ¿qué hago pastor?”, dije: “yo siento un deseo de predicar todos los días, y no cada vez que usted me diga, porque ese es el llamado que siento dentro de mí”. Entonces el pastor respondió: “Mira, ahora tienes que irte porque ya no te quiero ver acá en la iglesia”.

Y me sentí quedarme solo, y yo ya no podía decir nada, era demasiado tímido, aunque tenía visión, el Espíritu ardía en mi ser, tenía el poder; pero no podía porque era muy limitado de hablar. Pero Dios me abrió las puerta de acercarme a la Misión Elim, y lo tremendo fue que cuando yo solicité a la Misión Elim me dijeron: “vas a tener que llenar los requisitos, y llené los requisitos, pero uno era: ¿Cuánto tiempo tiene de haber salido de la iglesia, y cuantos miembros tiene? No tengo nada, dije y escribí: Tengo 15 días de haber salido de la iglesia… después de un mes me enviaron la respuesta: “Lo sentimos mucho, tienes muy poco tiempo de haber salido de una iglesia, no podemos aceptarte así”, ¡era tan legalista la misión entonces!

Me quitaron todo el aire que tenía, pero aún así continué predicando la Palabra, esa vez empecé a predicar, pero la ilusión que tenía de joven, porque venía golpeado de la vida y no quería caerme en la situación de mi padre, yo quería superación. Dios me bendijo negociando y compré terrenos en cafetales, se abrieron puertas y me ofrecieron una exposición a Alemania recién llamándome el Señor, pero Él no quería que yo estuviera allí.

Pues una vez estaba sembrando milpas, ya en el ministerio, con otro hermano, Pedro se llama; que trabajaba conmigo y él fue un día a doblar la milpa y cuando empezó a doblar la milpa oyó el caminar de un personaje –él había dicho en su casa que iría a recoger 7 elotes- cuando el personaje se aparece le dice: “aquí tienes tus 7 elotes vete, y no regreses más a trabajar, vete al ministerio”.

Así Dios nos apartó porque tenemos una obra que hacer con Dios, así como tiene Dios cuidado de los animales, así es más el cuidado sobre nosotros.

Cuando yo empecé la iglesia, todas las iglesias eran auspiciadas por extranjeros. Sin embargo yo tenía dentro de mí –porque el enemigo trata de apagar la inspiración sublime del Espíritu Santo– uno de los planes cuando el Señor me sacó de la iglesia era no depender de alguna institución.

La iglesia empezó a crecer rápidamente, en un mes teníamos 40 miembros, en dos meses 120 miembros; pero la idea que me puso el Señor fue que no tendría que pedir del norte ni del sur, si no que iba a enseñar al mundo entero que de mi pobreza iba a levantar una obra propiciada ciento por ciento por la mano poderosa de Dios.

La gente donde salí llegó a la iglesia, y se reían de mí porque yo les decía: “¡hermanos yo tengo la visión que dentro de muy poco vamos a tener un templo de 2 niveles!”, y por ello se reían.

En dos años tenía una iglesia de 3 niveles y no me quedaba conforme y derribé lo que era el sótano y se hizo de 4 niveles, y no conforme, tenemos una iglesia poco más grande y la seguimos ampliando.

Dios es fiel y grande, para que vean su gloria no de nuestra capacidad. Ahora me veo a mí mismo por lo que yo era, y digo que todo lo ha hecho Dios. El único consuelo que me da, es que aunque yo quise estudiar, si lo hubiera hecho diría que fue mi capacidad humana. Ahora tenemos 20 iglesias alrededor de la central.

Recuerdo y te quiero recordar, que ahora entiendo la Biblia cuando dice Ana que Dios levanta de la suciedad y hace levantar del polvo y nos hace sentar en medio de los príncipes celestiales que se mueven por los aires.

Si yo contara de las experiencias que hemos tenido últimamente sería demasiado, pero así fue como Dios nos ha liberado y rescatado, el enemigo últimamente ha buscado la manera de como hacernos daño, pero Dios nos ha guardado. El Dios quien me ha salvado, ese Dios que nos ha hecho vivir en medio de las turbulencias no sólo del diablo si no de las circunstancias y de la pobreza que han querido matar al hombre con enfermedad, drogas, borracheras. Pero Dios, el Dios poderoso que sostiene al mundo en el aire está aquí.

Hace tiempo me acosté porque llegué terriblemente agotado de la iglesia, y Dios me mostró el mundo en redondo y vi el mundo girando en el aire, y me veía como un muñeco prendido en el mundo y veía los abismos; ahí fue donde realmente comencé a hacer conciencia por primera vez en mi vida –pues yo había experimentado la muerte pero no se comparaba a esta visión– y cuando vi el mundo realmente pequeño y yo sujetado a la esfera del mundo. Vino una voz que decía:
– ¿En quién confías?, me decía Dios.
– ¿Vas a estar arraigado en este mundo, lo ves como lo tengo?, tengo el poder de deshacerlo y ¿tú donde irías?, me decía Dios.
– Con tal razón ahora tienes que confiar totalmente en Dios, decía una voz.

Entonces empecé a describirme y a la gente que tiene dinero, porque nosotros arraigados, profundizados en la tierra, avanzando, obteniendo, adquiriendo cosas sin saber que estamos fundamentados en una cáscara flotante en el aire que no tiene fundamento eterno. Sólo Dios es el fundamento eterno, sólo Dios es digno de tu confianza y de que te arraigues en Él.

¿Dónde está tu confianza? ¿En qué dependes?

Tú puedes tener toda la abundancia que quieras, pero yo vi literalmente y aunque hemos visto terremotos, hemos visto pobreza, enfermedad nunca había visto yo que en el mundo donde estamos parados fuera tan inseguro, pues cuando tuve esta visión me sentí el más pobre pero a la vez el más rico porque dependía de Aquel que sostiene al mundo en el aire.

Por eso me daba un poco de temor dar mi testimonio, porque no era nada en comparación de lo que Dios nos da. Me da pena ser tan breve en mi testimonio porque yo creo que encima de todo esto hay un personaje que se ha preocupado, que nos ha guardado los pasos desde que éramos nada. Yo creo que muchos de ustedes han padecido cosas horribles, hemos padecido enfermedad, pobreza, nos han achacado, marginado, maltratado, pero bendito sea el nombre de Dios, como dijo Pablo: “nos ha guardado y creemos que nos guarda y nos guardará por siempre y para siempre”.

No estamos confiando en una religión, ni denominación, estamos confiando en el poder de Dios, el que nos libertó de muchas cosas, y que nos libertará de la destrucción de esta Tierra, el que nos va a elevar hasta donde Él está sentado a la diestra de la majestad del Dios Padre.

Por eso, ¡confía en aquél que controla el sistema del mundo, en aquél que tiene el aliento de tu vida en sus manos!